domingo, 24 de febrero de 2013

Tolo Rojo



El color de la alegria volvio a ser el rojo este domingo por Avellaneda. Este Independiente al que no le sobra nada encontró en la entrega y la solidez defensiva la llave para cosechar un segundo triunfo consecutivo. El sabado pasado con el campeón del Futbol Argentino, hoy contra su clásico rival de barrio. El tiempo dirá si este es el famoso "punto de inflexión", pero para lo que seguro servirá esta segunda victoria es para vivir una semana diferente, donde reinen las sonrisas y la paz para trabajar de cara a las próximas 16 finales que determinarán si responde o no a su rica historia de Primera.


Por el lado de la Academia, poco y nada. Tibio en defensa, desordenado en el mediocampo y ausente en ataque. Este Racing hace pensar que lo que se vió el torneo pasado no fue más que un espejismo. Si pretende ser campeón, deberá lavarse urgente la cara y volver a maquillar sus actuaciones con la actitud que hoy, no existió.

Veintidos vuelven a ser los partidos que el rojo le lleva a su clásico en el historial, donde ademas el invicto de Gallego se agranda como su figura en el banco. Falta, es cierto, pero el Tolo parece estar encontrando puntos sobre los cuales dibujar un panorama diferente. Hoy unas pocas pinceladas, le alcanzaron a Independiente para agrandar los números frente a los vecinos y para teñir toda Avellaneda de Rojo.

domingo, 10 de febrero de 2013

Hagamos un gol y... bandera blanca


Por @nicoperez86

Soy un eterno convencido de que el fútbol, tarde o temprano premia la audacia y castiga la falta de ideas o de entrega. Esto le pasó a Godoy Cruz ayer, cuando le regaló a un All Boys falto de fútbol pero ávido de ganas la posesión de “la caprichosa” durante todo el segundo tiempo y con ella, toda posibilidad de llevarse los 3 puntos del Islas Malvinas de Floresta. Esto que pasó, me hizo sumergir en un estado de reflexión en el que busco más allá del 1-1 por la primera fecha del Final, intentando dilucidar si esto ya es una tendencia en el fútbol argentino de hoy o si se trató de un caso aislado. La respuesta despierta aún más controversias que la propia pregunta.

Pensando algunos ejemplos rápidos, no deteniéndome demasiado y sólo basado en los primeros que vengan a la memoria, se me ocurren “al trote” varios que hablan de un sistema que no sirve, que no funciona, que traiciona: pongámonos adelante en el marcador para después regalar el juego al otro. El último superclásico oficial (con River 2-0 arriba a poco para el cierre, que se entregó ante un rival que había sido inferior, resignando una victoria que parecía implacable) o el también reciente 3-2 de Boca sobre Quilmes (esta vez lo sufrieron ambos equipos: primero en el visitante regalándose estando dos goles arriba y luego el local, quién se salvó sólo por la fortuna de un penal malogrado) pueden servir para graficar esta tendencia.

¿Qué hay que dejar de lado para que esto pase? Luego de festejar el gol que los posiciona como parciales ganadores en cualquier partido, da la sensación en el fútbol argentino (y salvo exclusivos casos, en el mundo también) de que se hace presente en el inconsciente colectivo de los futbolistas del equipo hasta ahí vencedor un síndrome de amnesia por el juego que los llevó a dominar el tanteador. Sorprende ver como olvidan el juego asociado, el orden defensivo, el trato del balón, la presión más allá de los límites del propio cambio para refugiarse en un sistema autodestructivo, jugando sin ideas, sin intención de seguir lastimando, de aprovechar los espacios que se abran, de hacer circular la pelota y el tiempo de forma inteligente. Raro, paradójico y a la larga, nocivo.

Pueden excusarse con que esto se debe al cansancio, pero lo cierto es que ambos equipos salen a la cancha sin desgaste y, si fuiste superior cuando estaban igual de descansados… ¿Cómo no podes mantener ese efecto una vez que el rival se cansó a la par tuya y encima tiene ahora la “desesperación” por empatar?

Ver fútbol profesional y a sus protagonistas de cerca despierta ideas, algunas hasta con algún tinte de enojo o resignación por lo que pudo ser y no fue. Que los artífices decidan pero para mi, el camino debería ser otro.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Espero estar equivocado



Cabe la aclaración al comenzar esta nota editorial de que no busco ni pretendo demonizar ni hacer apología alguna sobre el momento futbolístico de uno de los cinco clubes más importantes de la Argentina, sino todo lo contrario. Busco en mí, en cada vez que leo noticias sobré él, en cada partido que me toca ver (a veces soportando también la desesperación e impotencia que genera su juego atomizado), en su técnico y hasta en su Presidente, dónde puede estar la fórmula mágica que lo haga salir de donde está, abrir los ojos, despertar de tantos años de letargo. Pero a catorce partidos de verlo retirarse de una cancha con esa “falta de victoria” en la mirada perdida de cada uno de sus hombres es que me dí cuenta que la respuesta está mucho más allá de la pormenorización de sus personajes o responsables: la respuesta está en cada momento, en cada oportunidad que muere y se consume en su propia frustración. En cada instancia en la que una defensa (con absoluta falta de criterio) permite el ingreso rival indiscriminado de cara al gol, en cada toque intrascendente de un mediocampo sin conductor ni predicador del atrevimiento, en cada juvenil que siente la atadura de un yunque a sus piernas cuando se calza la camiseta y encara a un defensor rival, y en cada delantero que desperdicia las mínimas chances que logran generarse partido tras partido es que está, sin dudas, la razón y la respuesta a cómo salir de un momento trágico, crítico y hoy aparentemente irremediable del (en algún momento) “Rey de Copas”.

La lucha encarnizada ante los grupos de poder, de delincuencia y de horror es sin dudas un estandarte más que meritorio de esta gestión presidencial. Sin dejar de celebrar semejante acto de heroísmo es que pido que no sea el único sostén que intente mantener de pie la grandeza de esta institución que siempre posó en la foto abrazada a la gloria y dándole la espalda al fracaso. Un proceso al mando de Independiente siempre e indefectiblemente se medirá, más allá de lo importante de sanear el ambiente de los que circulan por las instalaciones o los que lucran con el nombre, por los éxitos deportivos. Éxitos que, en épocas de miseria, se miden hoy simplemente por dejar atrás un fantasma que sobrevuela a los grandes hace largos años y que pretende cobrarse una nueva víctima. Perder la categoría no es una opción, pero el tiempo se hace arena que se escurre con más rapidez domingo a domingo, de la mano de quienes deberían torcer un destino que se preanuncia. Hay aparente honestidad dirigencial, hay un técnico con pálmares en su mochila histórica y hay jugadores que enarbolaron aceptables carreras previas. Pero también hay miedos, frustraciones, lesiones, falta de actitud, mafias organizadas al acecho, y la balanza sinceramente parece hoy estar desnivelada en niveles más que peligrosos.
Poco más de treinta puntos en juego aún en el presente certamen y una vuelta de 19 partidos por delante son los números de la fe para este Independiente que no encuentra el rumbo y, mucho menos, una victoria.
Verlo jugar hace creer que su suerte está echada, sólo espero estar equivocado.lo espero estar equivocado.su suerte esty, mucho menos, una victoria.
adas amenazadoras, y la balanza sinceramente parece hoy e